martes, 28 de febrero de 2012

PRENSA, PODERES Y DEMOCRACIA

         
      ¨LA TIRANIA DE LOS  MEDIOS¨

              Ignacio ramonete

INTRODUCCIÓN

Ignacio Ramonet, como bien indica el título de “La tiranía de la comunicación”, nos habla en su libro, de cómo en nuestro mundo actual, aparentemente gobernado por la democracia y la libertad de prensa, existe de una forma mucho más sutil que en épocas anteriores, un enorme control de los medios de comunicación sobre nosotros.
Entramos en una nueva era de información  donde son los media (término que Ramonet emplea para hablar de los “medios de comunicación de masas”)   los que influyen sobre la información, originándose fenómenos como el mimetismo mediático (cuando un medio da importancia a un tema y los demás medios le siguen, formándose algo parecido a una bola de nieve). La información se convierte además en un mero espectáculo, donde lo que importa es buscar la emoción de la audiencia (hiper-emoción), con lo que esta información pasa a ser aceptada inmediatamente como verdadera
Todo esto ha provocado un cambio de los principios básicos del periodismo. La información se basa ahora en la ideología del directo y en la importancia de las imágenes, tanto que algo existe si se tienen imágenes sobre ello, y no existe si no podemos mostrarlo de esta manera. La información pierde por tanto en, contextualización. En definitiva, en el nuevo sistema informativo no es difícil confundir la la comunicación información
 Pero informarse realmente (y para Ramonet esto no consigue simplemente viendo imágenes en televisión) constituye una actividad intelectual que requiere esfuerzo e interés por parte del individuo. La prensa escrita se ha visto arrastrada por la influencia de la televisión y ha perdido por tanto la función principal, que es la de informar correctamente. Por eso corresponde al lector exigir un nuevo y más acertado modelo de recibir la información, y correspondería a los profesionales de los media ofrecérselo




     Prensa, poderes y democracia

su momento la prensa escrita tenía capacidad para revelar las disfunciones de la política, y el más claro ejemplo lo encontramos en el llamado “caso Watergate”, donde dos periodistas menores consiguieron hacer caer al hombre más poderoso del planeta: el presidente de EE.UU. Richard Nixon. Pero la situación se ha ido transformando con la revolución tecnológica, económica y retórica. El nuevo concepto de información plantea la verdad ligada a la emoción: todo lo que emociona es verdad, existiendo una confusión entre ambos términos. Esta circunstancia ha estado liderada por la influencia de la televisión, y el resto de los medios se encuentran inevitablemente un paso por detrás. Como resultado, la actualidad la marca la televisión, que nos ofrece imágenes de las que no tenemos constancia de que sean verdaderas, pero que buscan provocarnos un determinado sentimiento. El problema es cuando surge la idea de que un acontecimiento siempre se puede mostrar a través de unas imágenes. Un editor de imágenes puede modificar la composición de imagen, esto se hace poniendo, sacando a determinadas personas del cuadro, o hacer una fotografía y luego sacarla de contexto.


Por otro lado, para Ramonet existe un nuevo tipo de censura, mucho menos visible, que funciona apoyada en la enorme abundancia de información que se nos ofrece, y que realmente lo que consigue es que no podamos percibir aquello que falta. (un hecho, tapa al otro) .No podemos en principio discernir de lo verdadero y lo falsos, o de lo importante de relleno. Por eso el concepto de información ha cambiado y está ligada a su superabundancia, rapidez e inmediatez y su concepto de mercancía desligada a los principios éticos. Todos los media intentan poner en contacto al ciudadano con el acontecimiento. Como consecuencia aparece la idea de autoinformación, en la cual el receptor es el testimonio del hecho y lo que ve es lo que comprende, lo cual conduce a la irracionalidad.
Estamos en un sistema que da más importancia a los valores de la instantaneidad y la masificación que los criterios tradicionales de verdad. El modelo de la información que se va imponiendo es aquél que se basa en imágenes y sonidos. Poco a poco se van universalizando la estructura narrativa y el estilo retórico de los telediarios. Nótese que los títulos de los distintos noticieros que pertenecen a una misma corporación, son los mismos y se repiten, exactamente igual entre los canales que pertenecen a esa misma corporación ( la noticia debe ser repetida exactamente igual, como lo ordenó el CEO). Por ello Según Ramonet, los media deben realizar un autoanálisis si quieren recuperar cierta credibilidad.

              La televisión necrófila


          

Ramonet demuestra por medio de varios ejemplos más o menos recientes cómo un determinado montaje de unas imágenes puede construir un acontecimiento que no ha ocurrido nunca, pero que el telespectador siente e interpreta como real debido a la carga emocional y dramática de las imágenes. La competencia entre los medios de comunicación acrecienta que éstos busquen el sensacionalismo (muchas sangre, mucho dolor) para atraer a la audiencia, siendo lo menos importante la verificación de la información. El hecho confirmó además la importancia de la televisión en un mundo en el que la importancia de la realidad ha quedado desplazada por la puesta en escena, y el consumismo bobo.

              Ideología del telediario



Los telediarios, como un espacio de televisión que goza de grandes audiencias, son un objeto muy codiciado por el mundo de la política y la publicidad, debido a la gran capacidad que tienen para vender productos e ideas, algo que se apoya en la enorme influencia que los presentadores tienen sobre la opinión pública.
El telediario tiene una serie de limitaciones, como es que tienen que tener una duración máxima de 30 a 45 minutos para captar la atención del espectador y debe forzarle a verlo completo. Para cumplir estos dos requisitos, el teleperiodista debe ser breve pero interesante, sencillo (para que toda la audiencia lo entienda) y didáctico. Todo esto hace que el tratamiento que se dedica a los acontecimientos sea demasiado superficial. Las informaciones seleccionadas son simplificadas a frases-claves que insisten en un hecho dominante. El telediario, en definitiva, ofrece la noticia como un espectáculo.
El autor profetiza la desaparición paulatina del género del telediario, debido a que la televisión se concentra en aquello que le interesa a la audiencia: la propia televisión. Lo primordial en un telediario son los criterios del espectáculo y de la puesta en escena (y esto rompen con la realidad y la verdad). El telediario sigue un guión para todo acontecimiento y trata de darle un enfoque verídico. La narración empieza con un reportero que nos dice lo que ha ocurrido y lo contextualiza. Se ofrecen unas imágenes del lugar del hecho. Luego se incluye un testimonio sobre el terreno que explica aspectos del acontecimiento. Por último, el testimonio de una autoridad superior engloba el hecho en un tema general. Las imágenes son dramáticas pero explicadas con una lógica que le impone el guión. Ramonet concluye pues que cuando un acontecimiento es esperado, programado, la puesta en escena se impone al discurso televisual y al desarrollo del hecho reales: Por lo cual muchas veces la puesta en escena modifica el orden de los acontecimientos, que es materia estrictamente judicial y que probablemente dure varios días o hasta meses


Desde los 90´ lo importante es comunicar y no informar. La fascinación por el directo ha creado un modelo de telediario y lo importante es cómo cuenta el presentador la información. Este modelo está cambiándose por otro, en el que priman más las imágenes que los comentarios. Como consecuencia el trabajo del periodista se valora menos y tiende a ser testigo. El ciudadano ve que no participa en las conexiones. En los años 70 y 80 se identificaba al periodista como el héroe de la verdad y la democracia. Actualmente, los ciudadanos desconfían de él.

       Nuevos imperios mediáticos

Ramonet recuerda que el universo de los media está compuesto por fusiones entre empresas de distintos medios (diarios, radios y televisivos) nacionalidades, que están manos de sólo unos hombres, y cita como ejemplo a Rupert Murdoch. Para el autor, estamos en una sociedad de información global que se desarrolla según la expansión de las tecnologías de la información y de la comunicación. Este desarrollo se aprovecha de los progresos digitales y la interconexión entre la informática, la telefonía y la televisión. Estas empresas quieren extenderse hacia estos componentes, tales el aso en Argentina del Grupo Clarín.
Los imperios mediáticos encontraron en la comunicación por medio de la medias, lograr fines económicos y políticos, entre los primeros, tal es el caso de crear inestabilidad económica beneficiándose con corridas cambiarias las que a su ves produjeron, cambios político, generándose un círculo vicioso.
En este de mundo de la comunicación hay mucha competitividad y por eso hay una variedad de productos en el mercado. La ambición de las industrias de la información es dominar: contenidos, producción, difusión y conexión con los abonados. Para conseguir lo anterior, se fusionan y utilizan la comunicación como mercancía. La información se ha convertido en algo abundante, barata pero contaminada.